Entre las funciones ecosistémicas más reconocidas de las riberas fluviales se encuentran aquellas asociadas a la regulación de la calidad del agua, como la remoción de nutrientes, sedimentos y contaminantes, y la regulación de la entrada de luz (~ temperatura) a la columna de agua (Wenger y Fowler 2000). Las funciones reguladoras de las riberas se realizan gracias a los flujos de materia y energía, por lo cual es importante conocer tanto los componentes del sistema (vegetación, suelo, agua, geoformas, fauna) como sus interacciones (Flores-Díaz et al. 2017)

La función reguladora de nutrientes y sedimentos previene la eutrofización de los ríos, amortiguando así el impacto de las actividades humanas sobre los cuerpos de agua. Por ejemplo, el exceso de nutrientes (principalmente fósforo y nitrógeno) provenientes de los fertilizantes agrícolas (aplicados de forma muy dispersa en el territorio) es retenido y/o transformado en las riberas, gracias a la actividad microbiana, favorecida por la alternancia de condiciones aerobias / anaerobias en estos suelos. Además del trabajo microbiano, la regulación de nutrientes está mediada por las geoformas, ya que los flujos sub-superficiales (cargados de estos excedentes) tienen un tiempo de residencia mayor en las riberas de menor pendiente (Vidon y Hill 2004). Entre mayor es el tiempo de residencia del agua y de los compuestos (por ejemplo los nitratos), las riberas son capaces de reducir en mayor proporción la cantidad de estos materiales que llega al río. Además, la presencia de troncos gruesos que funcionan como “represas” de sedimentos permite su retención aunque sea de forma temporal. Se ha documentado que las riberas funcionan como reguladoras, es decir que se comportan como sumidero o fuente de compuestos químicos como los nitratos, en función de los rasgos de la matriz del suelo, la estructura (geoforma y vegetación) de la ribera, y los flujos que la atraviesan (Vidon y Hill 2004).

Otra forma de amortiguar el impacto de las actividades del territorio sobre los cuerpos de agua, es la retención de sedimentos que se realiza por los componentes ribereños en cada tramo fluvial: ¿cómo son las pendientes longitudinales y laterales del río?, ¿está presente la vegetación herbácea y arbustiva?, ¿cómo es la periodicidad de los flujos de agua y sedimentos? Los sedimentos que provienen de las laderas de la cuenca (generados por erosión del suelo), quedan retenidos en las riberas al menos temporalmente, reduciendo su entrada a los ríos y arroyos. Esto previene la turbidez del agua favoreciendo su calidad, debido a que: (1) el aumento de turbidez reduce el paso de la luz dentro del agua, alterando los procesos fotosintéticos; (2) los sedimentos pueden traer “adsorbidos” elementos como los cationes, que entran al agua ocasionando diversos impactos (si son compuestos nitrogenados o fosfatados pueden ocasionar eutrofización); (3) el exceso de sedimentos en el agua aumenta su temperatura, ya que cada partícula puede actuar como un dispersor del calor, reduciendo la saturación de oxígeno en el agua y por tanto su disponibilidad para los organismos acuáticos.

La importancia que tiene la regulación de la temperatura del agua de los ríos es muy grande para los procesos ecosistémicos porque queremos tener ríos vivos, y algunas estrategias de recuperación de riberas han mostrado mejorar las condiciones del agua para los organismos acuáticos y para la gente de las comunidades locales (ver experiencia del grupo Sembrando Semilla Sagrada en la Laguna del Ostión, Veracruz). Esta recuperación está siendo documentada por ciudadanos y por equipos colaborativos con académicos y tomadores de decisión (como la Red Comunitaria de Monitoreo del Agua de la Reserva de Mariposa Monarca).

Charlar sobre los servicios ecosistémicos asociados a las riberas fluviales es una forma de hacer visibles muchos de los procesos que ahí ocurren, a pesar de ser muy corta la superficie que ocupan en el territorio…

Las fotos fueron tomadas por Adriana Flores para documentar el estado de los ríos y riberas de la región de Mariposa Monarca.

 

Referencias
  • Flores-Díaz, A. R. Guevara, R. Landgrave, A. Quevedo Chacón, M. Mendoza Cantú y M. Maass. 2017. Hierarchical procedure for creating local typologies for riparian zone research and management based on biophysical features. Physical Geography. Octubre 2017. doi: 10.1080/02723646.2017.1387427
  • Vidon P. y A. Hill. 2004. Landscape controls on the hydrology of the stream riparian zones. Journal of Hydrology 292: 210 – 228.
  • Wenger S. y L. Fowler. 2000. Protecting streams and river corridors: creating effective local riparian buffer ordinances. Carl Vinson Institute of Government. The University of Georgia. 79 pp.
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