La desecación del ecosistema de ciénegas y lagunas asociadas al sistema hidrológico del río Lerma (cuenca alta), del que dependían una variedad de actividades productivas como la pesca, caza, recolección, la agricultura y la ganadería, generó una devastación ambiental y mayor empobrecimiento de las poblaciones rurales.

Ante la creciente demanda del vital líquido y con el propósito de aligerar la presión sobre el acuífero del Valle de México y del Alto Lerma que mostraban signos de sobreexplotación, en la década de los sesenta, la Comisión Hidrológica de la Cuenca del Valle de México realizó estudios para encontrar una segunda opción que permitiera captar un caudal adicional. Entre los anteproyectos considerados figuraban: la captación de agua de Apan-Oriental, Necaxa, Amacuzac-Balsas, y Tepeji-Tecolutla, sin embargo se seleccionó al Sistema Miguel Alemán en la cuenca del Río Cutzamala que disponía de las “mejores condiciones” en cuanto a disponibilidad y calidad del agua, lo que hoy es cuestionado por expertos, debido a las implicaciones operativas que demanda.

A pesar de que se hicieron diversos estudios sobre la viabilidad de construir el Sistema Cutzamala, algunos consideran que su realización se debió más a cuestiones políticas que a fundamentos técnicos, basados probablemente en la fragilidad socio-cultural de la región, que se refleja el muy marcado control y manejo social que se manifiesta hasta nuestros días.

La "cuenca artificial" del Sistema Cutzamala aprovecha el agua de la cuenca alta del río del mismo nombre y del río Malacatepec, (artificial porque las aguas son conducidas por canales y túneles en el exterior de las subcuencas de captación y bombeadas aguas arriba a la planta de potabilización. No existe una conexión natural entre ellas) es un espacio social y físico de 3,419 kilómetros cuadrados en el que se desenvuelve la existencia de un poco más de 730 mil habitantes (y aumentando) en algunas ciudades medias y en más de mil pequeñas localidades rurales.

Una de sus grandes contradicciones, es que en la zona de captación del Sistema Cutzamala, (conformada por seis subcuencas: Tuxpan, El Bosque, Ixtapan del Oro, Valle de Bravo, Colorines-Chilesdo y Villa Victoria) las poblaciones indígenas y rurales de algunos municipios mexiquenses como: Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Santo Tomás, San José del Rincón, Villa de Allende y Villa Victoria, presentan graves dificultades de acceso al agua potable y para riego. Situación que afecta la realización de sus actividades productivas y de consumo humano, limitando su potencial de desarrollo regional y la calidad de vida de sus habitantes, para garantizar el abasto a la ZMVM y Toluca (incluye 14 municipios del Estado de México y 13 alcaldías de la Ciudad de México) favoreciendo a alrededor de 5 millones de personas en total.

El sistema originalmente fue diseñado para importar un caudal máximo de 19 metros cúbicos por segundo, aunque el abasto se ha estabilizado en 16 metros cúbicos por segundo. Sin embargo los números para el volumen actual varían, el organismo receptor de la Ciudad de México reportaba una entrega de 6.73 metros cúbicos por segundo para el periodo 1993-2007, mientras que el proveedor, un volumen de 9.6 metros cúbicos por segundo. Estas diferencias en volumen de extracción y entrega podrían deberse a varias causas, pero también indicarían fugas en la conducción y/o la extracción ilegal o huachicoleo de agua al sistema. Cabe mencionar que la entrega de agua no es constante durante el año, sino que muestra altas y bajas significativas en tiempos de lluvia y sequía respectivamente, así como por problemas en el funcionamiento o mantenimiento del sistema que conducen a reducciones temporales, o como en el muy sonado caso de la famosa K invertida (en la ampliación de la tercera línea), que ocasiono un cierre total y temporal del sistema.

El Sistema Cutzamala en términos hidrológico-sociales, implicó definir a esta cuenca como región abastecedora y a las zonas metropolitanas de México y Toluca como receptoras, ante la sobreexplotación de sus recursos hídricos, lo que hoy en día puede generar conflictos que adquieren tonos políticos, porque los recursos hidrológicos son compartidos por tres entidades diferentes, varios municipios y alcaldías, donde los actores y los intereses se multiplican y se complican las tomas de decisiones o la ejecución de políticas públicas. Y aunque la prioridad en los usos del agua, de acuerdo a la Ley Nacional de Aguas privilegia el doméstico y el público urbano, a fin de garantizar el abasto para el consumo humano y atender sus necesidades elementales, los conflictos comienzan a incrementarse externa e internamente en las cuencas y subcuencas involucradas, originados por expectativas legítimas que tienden a agudizarse, a causa de la indiferencia e ineficiencia institucional y sus carencias de coordinación, así como por la ausencia de espacios reales de negociación y colaboración.

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