En los paisajes que habitamos, podemos reconocer la diversidad de formas de los cerros, montañas y lomeríos, así como de los arroyos y ríos que los atraviesan. Para los grupos humanos que habitan estos “diversos paisajes” que ocurren en el planeta, es claro el valor de estos cuerpos de agua, de manera tal que el asentamiento y desarrollo de la vida económica y social ha estado ligada a ellos. En tiempos actuales atestiguamos la transformación de los paisajes, en algunos casos se han vuelto más simples e incluso, homogéneos.

Dentro de sus propios paisajes, los arroyos y ríos se relacionan profundamente con su entorno, ya que más del 60% de la materia orgánica y nutrientes que entran al agua y mantienen la red trófica, proviene de la ribera. Esto sucede principalmente en los arroyos de cabecera, que son los pequeños arroyos situados en las zonas más altas de los cerros o montañas, son angostos y muy sombreados por la vegetación circundante. De este modo, el arranque de la cadena de nutrientes para la biodiversidad dulceacuícola, ocurre en esta porción de las cuencas (algunos le dicen, “la cuenca alta”). La química del agua y de los nutrientes de toda la red hidrológica en una cuenca, depende fuertemente de lo que sucede en esta región, por lo cual llama la atención de los científicos, tomadores de decisión dedicados a los asuntos del agua, planeadores del territorio, y por supuesto, de los habitantes locales.

Los arroyos, en su camino, van distribuyendo, trasladando y modificando esa carga inicial de nutrientes, que resulta muy importante para los arroyos medianos y ríos grandes de la cuenca. Además de los nutrientes, minerales y gases (como el oxígeno disuelto en el agua, que sostiene a la biodiversidad del río), los arroyos acarrean sedimentos, partes de troncos, ramas y hojarasca. La cantidad de sedimentos y material acarreado, guarda un equilibrio con el caudal (volumen de agua por tiempo), de tal manera que podemos conocer los procesos del río por la relación caudal / sedimentos en un tramo dado. Por lo general, el equilibrio entre caudal y los sedimentos es alterado cuando se interrumpen las conexiones entre los arroyos de la cabecera y los ríos de las zonas más bajas. La desconexión de los arroyos pequeños altera el aporte de sedimentos desde la cabecera hasta la salida de la cuenca (este es el primer nivel de conexión).

Como podemos imaginar, ya que estas desconexiones influyen en la cantidad de sedimentos y nutrientes que llega río abajo, repercuten también en la formación de playas, en el funcionamiento de lagos y lagunas costeras, y en su capacidad productiva. Estos hechos cambian la dinámica para los seres vivos de los ríos, y para las comunidades locales que viven de la pesca ribereña. Los ecosistemas fluviales (ríos y riberas) han sido transformados de diversas formas y una de las más importantes es su desconexión.

Estos conocimientos sobre la dinámica de los ríos y arroyos, nos permite defender la existencia de ríos VIVOS y LIBRES, ya que no se trata de tubos de agua (que podemos desconectar a voluntad) sino de ecosistemas vivos.

¿Cómo han sido desconectados los ríos y arroyos de los paisajes que atraviesan? Vamos a charlar sobre eso en el siguiente blog.

 

Referencias
Flores-Díaz A. 2014. Manejo de la zona riparia de la cuenca del río Cuitzmala, Jalisco. Tesis de Doctorado en Ecología y Manejo de Recursos Naturales. INECOL, A.C.

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