Como parte de un proyecto para identificar la importancia de los flujos de los manantiales que aportan agua al río Bravo encabezado por el Río Grande Join Venture, en el que participan American Birds Conservancy, el National Park Service y Pronatura Noreste se realizó una expedición de aproximadamente 100 kilómetros a través del cauce del río Bravo. Un río que representa la frontera entre dos naciones, un río que para México es bravo, y para los Estados Unidos de América es grande.

Durante el trabajo realizado en una semana, fuimos testigos de paisajes desérticos con atardeceres majestuosos, cañones que atraparían la atención de cualquier persona apasionada de la geología y geomorfología. Postales desérticas de una belleza escénica inigualable, que enmarcan el cauce de un río de aguas calmas que en ocasiones aceleran su paso, ocasionando nerviosismo a quienes no tenemos experiencia en este tipo de expediciones.

El río Bravo como se conoce en México, o río Grande en Estados Unidos de América, tiene un significado especial para ambos países. No solamente son aguas que se enmarcan como parte del Tratado de Aguas de 1944 entre ambos países, también significa la esperanza de una vida, un sueño americano y para otros, son sueños frustrados, un muro que separa de sus seres queridos, o algo que pudo ser. Así como el hábitat de una gran cantidad de fauna local y migratoria que se reúne en las márgenes del río, quienes observaban curiosos nuestro paso y cruzan libremente el cauce sin reconocer las fronteras que ha impuesto el hombre. Por nuestro paso, se observan una gran cantidad de insectos, abejas, avispas, luciérnagas y libélulas multicolores que parecen provenir del arcoíris, congregándose en el río para recoger sutilmente un poco de agua. También venados, zorrillos, armadillos, nutrias, patos, buitres, cuervos, halcones, aves playeras captaban nuestra atención mientras remábamos con prisa para alcanzar nuestro sitio de descanso. Sin duda un delicado equilibrio, donde la muerte de algunas especies sustenta la vida de otras.

El último lustro, esta región ha sido testigo de una de las sequías más severas registradas. Situación que ha propiciado el descenso en las presas de almacenamiento de ambos países, así como un aumento en la extracción de las aguas subterráneas para garantizar el suministro humano y agrícola, generando la desecación de manantiales que durante décadas aportaron agua al río Bravo. Sin duda, un delicado equilibrio entre la extracción de las fuentes subterráneas y el mantenimiento de los caudales base de los ríos afluentes del Bravo, que está lejos de comprenderse por quienes utilizan y administran los recursos hídricos.

Actualmente, existen distintas iniciativas tanto nacionales como binacionales en las que participa Pronatura Noreste para entender la relación entre los acuíferos transfronterizos y las aguas superficiales, así como esfuerzos para garantizar un caudal ecológico que mantenga los servicios ecosistémicos y la diversidad biológica que sustenta el río Bravo. Esto, no es un tema de política, deber ser un tema de interés público. Es momento de que todos nos involucremos en mantener y cuidar el río Bravo, fomentando un uso consciente y responsable del agua; es tiempo de que gobiernos de ambos países, organizaciones de la sociedad civil, academia, industrias, usuarios agrícolas, organismos operadores y la sociedad en general participemos desde nuestra trinchera para garantizarle el caudal ecológico necesario al río Bravo, así como evitar la sobreexplotación de los mantos acuíferos y cualquier actividad que ponga en riesgo el equilibrio de sus ecosistemas y su diversidad biológica.