El virus COVID19 ha generado que el mundo aminore su marcha y esto tiene, sin duda, efectos en el ambiente. ¿Pero cuales? ¿Y qué tan duraderos serán? Han surgido videos mostrando como los animales silvestres vuelven a las ciudades, ahora que los humanos estamos encerrados. Pero la mayoría son falsos o muestran manadas ya habituadas a la vida en las ciudades, como los macacos en India, dependientes del alimento que les proporcionaban los turistas. Lo que está comprobado es que los niveles de contaminación de grandes ciudades afectadas (Wuhan, Londres, Madrid, Nueva York) han disminuido entre 30 y 70%. Esto es aplaudible porque: 1) reduce de forma directa los riesgos a la salud de sus pobladores y 2) baja de forma considerable los gases que contribuyen al Calentamiento Global. Básicamente, el coronavirus consiguió lo que cientos de países se habían comprometido a hacer en dos décadas de cumbres climáticas, con escaso cumplimiento en la práctica.
Pero en la crisis financiera de 2008-2009 se tuvo una situación similar y en cuanto la industria tuvo oportunidad, duplicó el esfuerzo de producción y los gases de invernadero volvieron a dispararse. ¿Ocurrirá lo mismo? El efecto actual será más duradero, pues la crisis económica derivada de la de salud afecta a muchos más países y el tema de transporte de carga y pasajero jugó un rol imortante en la dispersión de la enfermedad. Debido a la percepción el riesgo que implican, esas actividades recibirán un duro golpe, que llevará a varias compañías aéreas (incluyendo algunos gigantes) a desaparecer. La presión sobre los recursos naturales para fabricar de todo (muñecos, regalos, ropa, celulares) ha disminuido, dándonos un espacio para reflexionar si en verdad necesitamos comprar, comprar y comprar para sentirnos plenos.
La pandemia nos ha dado una rara oportunidad de organizarnos contra un reto mucho más brutal. A pesar de su gravedad, que ya se cobrado más de 280 mil vidas, la infeccion por coronavirus es pequeña comparado con el Cambio Climático, que ya ha provocado la muerte de cientos de miles debido a inundaciones, sequías, deshielos, desecación de lagos, cambios en la vida marina y aumento de enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya. Y sus fases más severas apenas se avizoran. Si el proceso no se frena los efectos serán devastadores. El coronavirus es como una pequeña ola en la playa, mientras el Cambio Climático tiene el potencial devastador de un tsunami.
Aunque el panorama actual luce difícil, se encontrará una vacuna para el Covid-19 en 2021. Eso será un logro humano. También debería serlo el organizarnos en conjunto: gobiernos, sector privado, sociedad civil, universidades y ciudadanos para dar pasos decididos y protegernos de los peores efectos del cambio climático.
En ese esfuerzo, el enfoque de cuenca debe jugar un rol fundamental, destacando la dependencia de los cuerpos de agua con respecto a la cuenca que los contiene, así como la necesidad de integrar a los grupos locales en la conservacion y restauración de los servicios ambientales de los que dependemos.
La ciencia es importante. La cohesión social, la cooperación y el trabajo conjunto, también.
Miembro del Comité Científico del International Lake Environment Committee Foundation (ILEC) y Líder del Grupo de Trabajo Lagos y Cuencas de la Remexcu.
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