Una de las mayores ventajas de conocer la cuenca en que vivimos es que nos permite comprender cómo se mueve el agua y las distintas formas y vías en que ésta nos comunica. La conectividad hidrológica es un concepto que se usa para expresar las formas en que estamos conectados mediante flujos de agua que acarrean sedimentos, nutrientes, toxinas, organismos, etc., que corren por los ríos y arroyos en un territorio. Si miramos esta propiedad (la conectividad) de los ecosistemas de agua dulce, resultan evidentes los patrones naturales de conexión – desconexión en una cuenca, donde la presencia de agua y su movimiento constituyen el flujo que mantiene la vida. Este flujo nos hace recordar que en el paisaje no existen elementos aislados, sino que las laderas están conectadas a los arroyos y los ojos de agua a las rocas del subsuelo, por ejemplo.
¿De dónde viene el agua de este río?
Así como el agua conecta los elementos naturales entre sí, también nos conecta con otros pueblos y regiones. En las zonas rurales, las actividades que realiza la gente les permiten mantener un contacto estrecho con la naturaleza y por tanto, observar y conocer el comportamiento de los ríos, arroyos o lagunas de sus comunidades. Por ejemplo, los campesinos y habitantes de la cuenca del río Cuitzmala (Jalisco) identifican la conectividad en los ríos y arroyos, asociando los distintos colores del agua con eventos de lluvia que ocurren en una u otra zona de la cuenca río arriba, donde hay distintos tipos (y colores) de suelo (Flores-Díaz 2014). También distinguen los “sabores” del agua de los distintos manantiales de donde es extraída. ¿Por qué sabe distinta el agua de dos manantiales diferentes, aunque estén localizados en sitios cercanos?
En las ciudades la observación de la naturaleza y sus procesos se hace más difícil, ya que las actividades de sus habitantes no les permiten fácilmente visibilizar sus vínculos con los ecosistemas. Cuando las personas están informadas sobre las fuentes de suministro que tienen pueden reconocer los rasgos del agua que llega a sus casas. Por ejemplo, una parte de la ciudad de Morelia (Michoacán) es suministrada por la presa Cointzio donde la columna de agua tiene un color marrón, debido a los materiales (por ejemplo los sólidos disueltos, suspendidos y sedimentables) que contiene este embalse. El color se debe a que los sólidos son acarreados por los distintos flujos que alimentan la presa -es decir, su cuenca de aporte-, entre otros factores. La cuenca de aporte es una superficie de tierra que tiene una cubierta (bosque, cultivos, cuerpo de agua, etc.) y su uso tiene una gran influencia en la cantidad de agua que llega a las partes que alimenta (en este caso, la presa Cointzio), en su calidad (por ejemplo, si llega con residuos de fertilizantes, plaguicidas, materia fecal, etc.), y en su temporalidad (es decir, si llega agua todo el año o solo en época lluviosa). Estas tres características se van modificando en función de las rutas que toma el agua (si viaja por vía superficial, sub-superficial o subterránea).
Cuitzamala, Jalisco, cuenca media (Foto: Adriana Flores-Díaz)
De este modo, los habitantes de la ciudad de Morelia están conectados con los habitantes de las zonas que viven en los poblados (como Nieves y Umécuaro) que pertenecen a los municipios de Morelia, Madero y Acuitzio. El uso y la cubierta del suelo permiten o impiden la infiltración a las zonas sub-superficiales o profundas del suelo, influyendo en el flujo de agua que mantiene nuestra salud, nuestras vida social y cultural, las actividades industriales, la producción de alimentos y por supuesto, a los ecosistemas. Entonces, dado que los cambios en la cubierta y uso del suelo en las partes altas (o alimentadoras) de una cuenca tiene consecuencias diversas, ¿cómo hacemos para usar el territorio, sin alterar el patrón de conectividad que mantiene la vida natural y social?
- Flores-Díaz, A. 2014. Manejo de la zona riparia de la cuenca del río Cuitzmala, Jalisco. Tesis de Doctorado en Ecología y Manejo de Recursos Naturales. INECOL, A.C.